Conservando, o no, vaquitas

Mario Quevedo, en Cantabricus
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Leía hace un rato un texto recomendable sobre vaquitas, ese pequeño cetáceo del Golfo de California. Es una reflexión pasional (y no me extraña) por el fallo monumental de encaminar otra especie al abismo de la extinción antrópica. No comparto todo lo que dice, aunque presiento que se trata de como presenta las ideas, no de las mismas. Intento explicarme:

El texto enlazado toca la discusión de si la conservación necesita más biología o más sociología. Discusión que me parece espuria, y me resulta sospechosa – esto último seguramente manchado por mi percepción local de quién provoca esas discusiones: tropa que disfraza intereses personales de intervenciones seudo-reflexivas. El mero hecho de discutir si procede cargar el peso sobre una disciplina científica o la otra refleja la necesidad de la ciencia a la hora de tomar esas decisiones. Y eso es lo que sigue necesitando la conservación. No se trata de decir “aquí no pinta nada la biología, es la sociología”, o lo contrario, sino de seguir los pasos adecuados para llegar a esa conclusión.

El caso concreto de la vaquita: por lo que leo, las causa del declive son bien conocidas. Entiendo que se han conocido estudiando por qué mueren más individuos de esa especie de los que nacen y crecen hasta ser reproductores (me recuerda a un caso célebre en biología de la conservación). Si las causas del declive están bien demostradas, hay que abordarlas. Esas causas, y no otras. Esas causas, y no aquellas más fáciles o más sonrientes. Desde luego, si el problema es el furtivismo o el empleo de determinadas artes de pesca, tienes un problema social, no biológico.

El planteamiento inverso es también frecuente: culpar a la biología de lo que es socio-economía no resolverá los problemas sociales. Y también demanda ciencia, no prejuicios.

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