Estos días de atrás, en la docencia de una asignatura de nombre imposible y apodada Gestión de Fauna, he repetido una y otra vez a los pacientes alumnos del Grado de Forestales de Mieres aquello de que hay que hacer buenos seguimientos de las especies a gestionar; aquello de que hay que tener números para tomar decisiones, y que hay que tener números incluso para no tomarlas. Nada que no haya dicho antes, sin ir más lejos en alguna entrada relativamente reciente en Cantabricus (¿Dónde se fueron los urogallos? y Un lobo, dos lobos, tres lobos…).
Y es que cuando hay información se habla mejor, se deja mucho menos margen a la invención, y se discute con otro tono de voz. Y se escuchan menos tonterías por parte de responsables públicos (esto viene apeteciendo eh).
Con esas cosas en el disco duro, leo hoy vía ASCEL una información acerca de un lobo que había aparecido en un parque nacional danés, en Jutlandia. En su momento el bicho, todavía vivo, despertó mucho interés, porque eso de poner «lobo» y «Dinamarca» en la misma frase no ocurría desde hacía mucho. Cualquiera que se de una vuelta por el país entenderá que no es trivial que la pesadilla de Caperucita se pasee por allí (Cape ganó). El enlace anterior lo cuenta todo: resulta que se sabe de donde venía el animal, a que grupo familiar pertenecía, cuanto tuvo que recorrer.
Insistía también estos días en el importante papel de la dispersión en la ecología de poblaciones, a pesar del alto coste que tiene a nivel individual eso de dejar el territorio natal para buscar nuevas opciones.
¿A qué con unos pocos números se hace más divertido? Aunque para ello haya que pipetear.
bueeeeno, un «reputado» investigador lobero aseguró en su intervención en el III Congreso Ibérico del Lobo, celebrado recientemente en Lugo, que los números no importaban o le importaban solo a los políticos y a la prensa. Claro que hace 20 años cuestionaba los métodos indirectos en la investigación científica. Y no pasa nada
Ese reputado investigador no tiene más que seguir insistiendo por esa vía si lo que pretende es perder la reputación como tal, y labrarse otra como hombre-medicina o cantamañanas. En España funciona.
Es muy difícil perder lo que no se ha tenido nunca. Pero si, en España funciona estupendamente.