Financiar ciencia básica, ¿un error?

Siendo un tipo bastante básico, nunca podré contestar «sí» a la pregunta del título. Hay además un buen lote de argumentos para contestar «no», buena parte de ellos recogidos en una entrada de David Álvarez en Naturaleza Cantábrica (y en los comentarios). Esencialmente comparto el punto de vista de David, no hay sorpresas.

Su entrada me sirve además de anclaje para, tirando de un razonamiento habitual de Mariajo Bañuelos, contar alguna cosa acerca de qué más implica financiar ciencia básica (ya, no estoy original hoy; suerte que estoy bien rodeado).

Entiendo que los que se oponen a la financiación de proyectos de ciencia básica se preocupan en realidad porque ese dinero se pierda en el proceloso mundo de los investigadores; un agujero negro donde la pasta entra, y nunca más sale, perdiéndose para la sociedad civil del mundo real.

Error.

A modo de ejemplo, tomemos el último proyecto financiado en el que participo.

Ese proyecto, como la mayoría, recibe la financiación asignada a distintas partidas. Una de ellas, «personal», es la menos flexible; supongo que para evitar que la gente se fume el sueldo de los empleados en viajes insulares o bolsos horteras, que esto es España. En el proyecto ejemplo, decía, esa partida ocupa aproximadamente un tercio. Pagó el sueldo de una bióloga durante tres años. Ese sueldo, escaso por otro lado teniendo en cuenta la formación y dedicación requerida, le habrá permitido pagar el alquiler, a un casero o casera, a priori no relacionado con la ciencia. Le habrá permitido pagar desplazamientos – gasolina y billetes de medios de transporte. Habrá pagado cafés y comidas. Habrá comprado algo de ropa.

El dinero resulta que sí sale del agujero negro de la ciencia.

Quedan otros dos tercios. Tecleo en casa mientras la tropa se ve un episodio de la serie favorita, y no me acuerdo de los detalles, ni falta que hace, pero una muy buena parte de esos dos tercios se va en material de análisis. Dicho de otra forma, se va al entorno de la empresa privada, a menudo presentado como el rival de la financiación pública (no, no, empresa privada no es sólo Repsol o ACS). Y en esas empresas privadas trabajan personas que pueden así llevar a cabo un ciclo similar al apuntado antes para la bióloga.

El dinero resulta que sí sale del agujero negro de la ciencia.

Por cierto, un razonamiento similar se podría aplicar a aquello tan herético de una renta básica para quién la necesite: la necesitarán para pagar alquiler, comida, transporte… al resto de la sociedad.

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