Cazando urogallos, cazando causas del declive

Por Mario Quevedo, en Cantabricus
Tiempo estimado de lectura: 6 min

Soy autor de un puñado de artículos sobre urogallos cantábricos¹, pero ninguno de ellos es tan relevante para la conservación de la población como el que reseño aquí, del que no soy autor.

Escribo sobre un artículo recientemente publicado online en Conservation Genetics: Revealing the consequences of male-biased trophy hunting on the maintenance of genetic variation, de Rolando Rodríguez-Muñoz, Carlos Rodríguez del Valle, Mariajo Bañuelos y Patricia Mirol². Aparte de mi interpretación, MJ Bañuelos da una algo más técnica en su web.

Más allá de las implicaciones generales a las que apunta el título, el artículo contiene datos genéticos sobre urogallos cantábricos cazados y disecados desde mediados del S. XX. Esos datos se usan para analizar y discutir el efecto de la caza de machos dominantes (es decir, en los cantaderos) sobre la demografía de la población.

Hago aquí un inciso, que me consta que la gente más moza puede no tenerlo claro: los urogallos se cazaban legalmente en la Cordillera Cantábrica hasta 1979. Ilegalmente se cazaron más tiempo, y el furtivismo no es impensable a día de hoy (sí, el delicado valor de la rareza). La modalidad de caza en España consistía en acechar a los machos en celo, en la interfase entre la noche y el día, cuando se afanan en impresionar a las hembras, aturullar a los machos subordinados, y monopolizar las cópulas. A nadie se le escapa que cuando la tropa se afana en esas cosas suele prestar menos atención a otras.

Conozco bien a los autores, y por eso conozco también el extenuante proceso de revisión por el que han tenido que pasar. Que el proceso haya sido semejante coñazo puede deberse a múltiples razones, de las que destacaré dos: 1) tropezar repetidas veces con un revisor /a que, por algún sesgo político / religioso / congénito, decide rechazar la publicación de versiones previas; 2) la complejidad de los datos y resultados consigue liar incluso a los autores, impidiendo que cuenten una historia fácil de digerir. Y es perfectamente posible que ambas causas sean inter-dependientes. Así que el que espere respuestas tipo blanco/negro, sí/no, carne/pescao, o historias simples acerca del declive de los urogallos cantábricos, mejor busca en otra parte. Abundan en Internet.

Los autores encuentran una pérdida de diversidad genética contemporánea a la caza selectiva de machos dominantes. Esa caza de machos dominantes implicaba alterar la relación de fuerzas entre machos y hembras de cara a la reproducción. Vamos a humanizarlo para ilustrarlo: imagina un puñado de hembras de nuestra especie que acuden, en busca de pareja, a un local en el que compiten y se exhiben los mejores machos (disculpas por conjurar esa imagen en tu cabeza). Según están observando y planeando la cópula, un urogallo armado y con visera de camuflaje le pega un tiro al macho más llamativo, mientras este cantaba We are the champions en el karaoke. Pum, pum, y a rodar; y de copular ni hablamos.

Los autores muestran en el artículo que la pérdida de diversidad genética se nota bastante primero en los machos, y después en las hembras. Sí, en las hembras también, a pesar de que estas no eran objetivo de la caza (no se exhiben y tienen un plumaje críptico).

Hembra de urogallo rodeada de arándano. No será cantábrica, pero la pinta es esencialmente idéntica. Muy bonitas, ¿eh?

No hace falta forzar demasiado para interpretar la pérdida de diversidad genética de los machos como consecuencia directa de la explotación (si bien que una explicación sea fácil no la convierte en cierta ni única). Menos directo resulta explicar la pérdida posterior de diversidad genética en las hembras. Los autores sugieren y discuten que se debe a una caída del éxito reproductor, debida a la limitación en cantidad y calidad de machos. Trasládate otra vez, sólo un momento, al escenario de exhibición y cortejo humano, en el que los urogallos camuflados disparan a los machos llamativos (suena ahora Trouble en versión de Elvis): las hembras que contemplan la escena se quedan con menos machos, más tímidos.

Conociendo además la marcha del declive de la población, no cuesta mucho percibir que la pérdida de diversidad genética es contemporánea también con ese declive.

¿Demuestra el trabajo sin dejar duda que el declive del urogallo cantábrico sea consecuencia directa del pasado cinegético? No. Ni los resultados son tan concluyentes, ni la propia visión retrospectiva lo permite. Sin embargo, es hasta el momento la única aproximación que combina un mecanismo directo y teóricamente plausible con datos que lo apoyen.

[1] Aquellos que incorporan datos y / o discusión sobre urogallos, publicados en revistas indexadas, y que incluyen revisión por parte de un editor y al menos otros dos investigadores; las últimas normalmente anónimas y a veces despiadadas.
[2] Los vericuetos del © no me permiten enlazar aquí un pdf, pero si tienes interés sólo tienes que solicitar una copia a uno de los autores con este email pre-cocinado, sin necesidad de añadir texto alguno.
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4 respuestas a Cazando urogallos, cazando causas del declive

  1. Juan Ángel dijo:

    Eres muy bueno cabronazo y siempre generando la inseguridad en los resultados? Je je

    Enviado desde mi iPhone

  2. Pingback: New paper! Could trophy hunting trigger a population decline? Unfortunately for the Cantabrian capercaillie, seems it could‏ |

  3. Mario Quevedo dijo:

    Reblogueó esto en mario quevedoy comentado:

    Reseña en Cantabricus sobre la pérdida de variabilidad genética de los urogallos en los tiempos de la caza.

  4. Pingback: Urogallos y caza en los medios | mario quevedo

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