Mario Quevedo, en Cantabricus
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Las discusiones sobre cuanto se puede y debe pescar son posiblemente tan ancianas como la propia pesca. Tal ancianidad puede reflejar la afición por discutir, o que siempre algunos han percibido los peces como finitos; o cualquier otra cosa. Pero además de ancianas, esas discusiones son constantes. Lo último que he leído se refiere a una especie relativamente famosa y desde luego conspicua, el atún rojo, atún de aleta azul, o sólo Thunnus thynnus.
Parte de lo que leo sobre la pesca de esos grandes predadores pelágicos entona una melodía tipo «la recuperación de la población justifica el incremento de la cuota». Esa melodía me lleva a recordar el importante concepto de las referencias móviles: recuperación comparado con qué, “toda la vida” de quién. Pero ya escribía sobre eso antes, y el original – contenido en la charla TED de Daniel Pauly – es difícilmente superable. La idea de este texto es introducir el concepto de “máximo rendimiento sostenible”, habitual en la gestión de pesquerías (que no en la política pesquera), y extensible a otros ámbitos de la explotación de poblaciones animales y vegetales.
Máximo Rendimiento Sostenible, maximum sustainable yield (MSY) en el contexto académico, es un conjunto de aproximaciones teóricas en ecología y economía para estimar cuanto es posible extraer de una población, sin arriesgar la continuidad de la extracción. No existe una única aproximación ni para estimarlo ni para conseguirlo, depende de los objetivos, de la especie, y del medio. No es igualmente complejo estimar cuanto es posible extraer de una especie arbórea en una plantación, que de una población de grandes peces pelágicos de distribución oceánica amplia. Los métodos son análogos, la incertidumbre será mucho mayor en el segundo caso.
El asunto da para mucho más de lo que procede aquí, y está bien documentado en abierto en Internet. Me quedo sólo con la aproximación por “esfuerzo fijo” al MSY.
Para abordar el estudio del MSY nos apoyamos en conceptos bien conocidos en ecología de poblaciones. Uno de esos pilares predice que el máximo reclutamiento en una población tiene lugar a densidades intermedias, por debajo de la capacidad de carga [1]. Desbrozando jerga, se incorporarán más juveniles cuando la población no esté demasiado apretada; parte intermedia del eje “N” en la figura siguiente:

El eje horizontal muestra densidad de población; el vertical el cambio de esa densidad con el tiempo (dN/dt), o incremento.
La idea entonces es que MSY se obtendrá extrayendo un número de individuos equivalente a los incorporados por reproducción a la población, a densidades intermedias, para así mantener una densidad de población estable y productiva. Ese deseado MSY es un equilibrio entre extracción y reproducción. Mola. Otra cosa es tener la información y financiación necesaria para calcular esos parámetros, pero no es imposible. Y por otro lado los equilibrios pueden ser estables o inestables: el que suscribe en un patinete es ejemplo de lo 2º, estás arriba, pero se masca la caída.
La extracción siguiendo una aproximación de “esfuerzo fijo” predice más fácilmente la obtención de equilibrios estables entre explotación y reproducción. Y “esfuerzo fijo” quiere decir que mantengo la intensidad y técnica de extracción, para así obtener un rendimiento más acorde con lo que la población explotada rinde. Una alternativa menos sostenible es la habitual “cuota fija”, en la que el número de individuos a extraer se fija de antemano.
Para explicar estas cosas usamos figuras como la siguiente, quizás intimidantes a primera vista, pero no a segunda ni tercera. El eje horizontal indica densidad de población, y el vertical mide extracción e incorporación de juveniles:
El esquema muestra que dada una eficiencia constante (cuantos obtengo por unidad de esfuerzo) pueden existir equilibrios estables tanto a niveles alto como medio de esfuerzo (Eh y Em; E0 muestra esfuerzo insostenible, que llevaría la población a la extinción). Y son equilibrios estables porque al disminuir la densidad de población tiende a aumentar el reclutamiento.
Visto así, ¿cuál es el problema, por qué no usarlo siempre? No me veo capaz de contestar eso con mucho rigor, ya que entramos en el proceloso contexto de las decisiones políticas. Sólo un par de apuntes: si la explotación por esfuerzo fijo se hace bien, en un momento determinado disminuirá temporalmente el rendimiento. En ese momento es esencial no aumentar el esfuerzo para aumentar el rendimiento, ya que perderíamos el equilibrio.
Por otro, no todas las especies son iguales. En algunas el máximo rendimiento es posible a densidades relativamente altas (línea roja en la primera figura), mientras que en otras reclutamiento y rendimiento máximos se obtienen a densidades bajas, lejos de la “zona de confort” de la abundancia (línea azul en la primera figura).
Supongo que la habitual defensa de los “métodos tradicionales” de extracción – e.g. la almadraba en el caso de los Thunnus de arriba – conlleva pensar que se rigen por principios similares al “esfuerzo fijo”, y por eso los percibimos más sostenibles que otros modos más intensivos. Para que esa premisa y la sostenibilidad se cumplan, es imprescindible que 1) la eficiencia se mantenga, y 2) el esfuerzo no aumente al disminuir temporalmente el rendimiento. Socialmente parece complejo. Pensad sin ir más lejos lo difícil que nos resulta en el día a día no incrementar la eficiencia, rodeados de tecnología que permite obtener resultados más fáciles, más rápidos. Esas cuestiones hay que incorporarlas en la ecuación de la extracción sostenible.
Termino: leo también estos días cosas del estilo de «mantener la pesca porque es un derecho», al hilo de la publicación de nuevas cuotas por la UE. Nada más lejos de mi interés cuestionar lo derechos de nadie. Ahora bien, ¿un derecho de quién? ¿de los presentes, o de los futuros también? Para que haya madera o peces para los futuros, la sostenibilidad ha de ser real, no sólo verbal.
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1. Umbral de densidad de población a partir del cual la mortalidad debida a competencia intraespecífica por los recursos supera a la natalidad.
Debo aún digerirlo con calma, pero no me resisto a adelantar una insólita ramificación del problema que abordas, revelada hace solo unos días: http://elpais.com/elpais/2016/01/11/ciencia/1452541016_878614.html
Respondo quizás demasiado rápido, sin leer el artículo original, sólo la noticia: aumentar la cuota para favorecer a las orcas es una opción que deja fuera a las que no usan la interacción con los pescadores. Pregunta, si el objetivo es conservar las orcas, ¿por qué no reducir la pesca de atunes? Si el objetivo es otro, OK, pero conviene hacerlo explícito.
Esa parte sí que me resulta preocupante. La decisión que han tomado parece que da por desahuciadas a las orcas que cazan atunes frente a las que «roban» a los pescadores. En una especie donde la transmison cultural de determinados comportamientos es tan marcada, tal vez en unas pocas generaciones no queden orcas que sepan cazar atunes por sí mismas.
No era mi intención hacer de abogado del diablo (y no exactamente porque repudie el oficio, que practico con cierta frecuencia): si dejé aquí indicada la noticia de las orcas, tal y como insinué al hacerlo, fue tan solo impelido por la coincidencia de haber leído esta entrada inmediatamente después de la noticia de El País. Se me ocurrió que abría una perspectiva secundaria pero interesante en el plano socioecológico y propaganadístico, que no deja de ser ése en el que estamos condenados a movernos.
No me parece que haya diablos, aunque puede parecerlo cuando lidiamos – como dices – en la interfaz de lo ecológico y lo socioeconómico. Lo que si hay es complejidad, y esa si que necesita abogados.
Y relacionado con la noticia de El País, recuerdo haber oído una versión algo distinta, en cuanto a que había diferencias importantes entre métodos y quejas entre los pescadores españoles y los marroquíes. A ver si la recupero, y si mi recuerdo se ajusta a algo.
Eres un perfecto cafre por que haces pensar y eso genera inquietud
y la inquietud, ya sabes, genera mosqueos, al menos a corto plazo. Gracies, Presi!