Mario Quevedo, en Cantabricus
«El fuego calcina una ladera «crítica» para la conservación del oso en Somiedo», titula el diario La Nueva España, tras otro par de días con sus noches de fuegos, en las cuestas astures.
El texto enlazado cuenta que la ladera en cuestión es “crítica” porque algunos osos comen allí. Sin la posibilidad de comentarlo con los animales implicados, vertebrados peludos o invertebrados lampiños, no sabremos nunca como perciben estos y aquellos la pérdida. En cualquier caso, me da la impresión de que la citada ladera merece el calificativo «crítica» porque algunas personas la observan fácilmente.
En Asturies, los sociópatas queman miles de hectáreas todos los años; queman laderas que no vemos ni usamos muchos días al año, especialmente cuando el viento salta a sur un par de días. Queman por tanto laderas críticas, esas que suponen hábitat, refugio y alimentación para el resto de fauna y flora.
Mientras, el arco parlamentario en Asturies permanece de perfil, en el mejor de los casos. El arco mediático culpa al dios de la combustión espontanea, por razones que se escapan a mi comprensión. Mientras también, o quizás de paso, algunas personas, seguramente bienintencionadas, repiten el último mantra de moda, «hay que aprender a vivir con el fuego». Extrapolan así mensajes que podrán ser correctos en otros socio-ecosistemas, en los que exista supresión cultural del fuego, a las condiciones de los bosques mixtos cantábricos, en los que existe exageración cultural del mismo.

Distribución de ecosistemas terrestres en la Península Ibérica sensu Olson el at 2001 BioScience [1].
No sé nada sobre como se afrontan asuntos de naturaleza delictiva. Se me ocurre, no obstante, que sin reconocer y rechazar pública y rotundamente los delitos continuados, cometidos sobre el ecosistema de todos, seguirán ardiendo miles de hectáreas todos los años. De las que ves, y de las críticas.