Salmones social-comunistas

Mario Quevedo, en Cantabricus

Esos salmones, sí, no, esos no lo son¹.

En honor a la verdad, no puedo saber si los salmones son de izquierdas, o de derechas; no puedo saber si, de tener oportunidad de expresarse en nuestro contexto, optarían preferentemente por control y distribución públicos de los recursos, o si en cambio optarían por la vía de la liberalización. Lo que sí sabemos – ya que el conocimiento es de todos y está accesible – es que los incentivos económicos pueden provocar extinciones.

Saco esto a colación de una noticia en la prensa asturiana, según la cual el diputado Luis Venta (PP) afirmó en el Parlamento asturiano que la prohibición de comercialización de los salmones es un «capricho socialcomunista». No conozco personalmente al diputado y, por tanto, no puedo saber de dónde procede el planteamiento. Sí en cambio puedo afirmar que ninguno de los que trabajan en la política asturiana tiene dificultades de acceso a la información, para formarse y contrastar ideas. Por tanto, voy a asumir que tira Luis Venta del mismo truco que usó un compañero suyo en la escena nacional, al tildar el cambio climático de invento “eco-comunista”.

El truco consiste en descalificar un planteamiento asociándolo con una etiqueta de sonido vejatorio para el que profiere la descalificación, sin entrar a discutir el fondo. Es un truco malo: ni la preocupación por las extinciones – sean locales o globales – es de izquierdas, ni evitar incentivos económicos en la extracción de especies escasas es un capricho.

Empiezo por el truco: es viejo, y lo usan (usámos, supongo) todos los supuestos bandos. Sin ir más lejos, algunos conservacionistas han utilizado la misma vía que Luis Venta para atacar otras ideas, si bien descalificándolas por conservadoras, no por progresistas. Por ejemplo, dijeron que la idea de las reservas naturales nacía de personajes con cariz religioso como John Muir, quién, dicen, “a los once años podía recitar la Biblia de memoria”. No discuten por qué la idea de las reservas es mala, venga de quién venga. De forma análoga, las ideas del filósofo naturalista Henry David Thoreau quedarían desautorizadas para los citados conservacionistas porque era un pijo al que su madre le lavaba la ropa. No estoy muy puesto en Thoreau, más allá de las citas célebres, pero he leído varios libros de Muir (Travels in Alaska, The Mountains of California) sin percibir que los planteamientos y la erudición contenidos en ellos tuviera que ser filtrada por la religión del ponente. Entre otras cosas, Muir estudiaba glaciares y árboles, lo que uno puede hacer bien independientemente de a quién o qué le rece.

Sigo con el no-capricho: que los incentivos económicos diferencian el comportamiento predador de los humanos del de otros predadores no es capricho, es un hecho demostrado².

En la naturaleza, por regla general, los consumidores (los predadores son un tipo de consumidor, como los herbívoros o los detritívoros) no usan un recurso hasta que este se agota, sino que cambian a otro más abundante cuando la eficiencia así lo requiere (aprovisionamiento óptimo, le decimos en biología). Esto se debe a que a medida que los recursos escasean, es necesario invertir más esfuerzo en encontrarlos y consumirlos, por lo que el rendimiento energético obtenido de los mismos disminuye. En ciertos comportamientos predadores humanos – sean los salmones cantábricos, el coleccionismo de mariposas, o las angulas – los incentivos económicos en forma de altos precios de venta de las “presas escasas”, compensan el incremento del coste de captura. Esa alteración del aprovisionamiento óptimo puede llevar a la extinción de las presas. Sobre estas cosas escribía ya en alguna entrada anterior, con más detalle. Así mismo, un artículo científico relatando esa alteración del aprovisionamiento óptimo, enlazado abajo, es de acceso libre en Internet. Está por tanto a disposición de Luis Venta, y de cualquier otra persona amante de los trucos.

Propongo reclamar que los representantes electos, que trabajan con dinero público, discutan el valor de las ideas, en lugar de arrojarse trucos cutres.

Notas, referencias:
[1] Recordaba justo al empezar a escribir aquella tortura habitual en los interrogatorios de la T.I.A. de Mortadelo, Filemón, y el Superintendente Vicente: le ponían al detenido aquella popularizada por Mari Trini, «esa chica sí, no, esa no soy yo».

[2] Courchamp F, Angulo E, Rivalan P, et al (2006) Rarity Value and Species Extinction: The Anthropogenic Allee Effect. PLoS Biology 4:e415.

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