¿Qué compensan las medidas compensatorias?

Por Mario Quevedo, en Cantabricus

No está nada claro. Y concederles excesiva credibilidad puede suponer más extinciones.

Podría esta ser una entrada casi tan breve como lacónico es el arranque, acompañando éste con algunas referencias. Pero no conviene pasarse de listo (a buenas horas, pensará alguno con razón). Así que resultó siendo larga.

A continuación intento asomarme desde la Biología de la Conservación a las llamadas medidas compensatorias (ambientales), aquellas destinadas a mitigar el impacto ambiental de construir, urbanizar, desarrollar… Me apoyo en algunos artículos recientes y otros conceptos bien conocidos; recomiendo como siempre completar, matizar o contrastar lo que extraigo de ellos con las fuentes originales (citadas o enlazadas).

Los conservacionistas y la pérdida de hábitat

Conservacionistas, suele etiquetar la prensa en noticias sobre medio ambiente. No soy muy amigo de etiquetas y eslóganes, pero con esta en concreto me siento más cómodo. Y el caso es que conservacionistas suena parecido a conservadores. Y la proximidad no se limita a la raíz de las palabras: conservacionista comparte con conservador la pretensión de que algunas cosas no cambien demasiado. Entiendo que tanto unos como otros consideran que los cambios serán perjudiciales [I]. A partir de ahí, si existe evidencia empírica del perjuicio provocado por el cambio, ser conservacionista ya no está tan cerca de ser conservador en sentido estricto. No llevo la comparación más allá, que conservacionistas hay – y deja de haber – a lo ancho del espectro ideológico.

Cabe pues preguntar qué cambios suelen preocupar a los conservacionistas, y por qué asumimos que serán perjudiciales.

Entre los más importantes a escala global citaría aquellos relacionados con el eufemismo «desarrollo»; aquellos cambios que implican pérdida de hábitat natural en favor de algún tipo de uso humano [II]. Ejemplos tan locales como universales podrían ser una mina a cielo abierto en una zona forestal, un puerto deportivo en una costa rocosa, o la transformación de la cubierta vegetal primaria en explotaciones agrícolas, ganaderas, o madereras (es posible no obstante que el ideario popular identifique desarrollo con infraestructuras).

Explotación minera (carbón) en Degaña, Asturias

¿Y por qué es perjudicial la pérdida de hábitat?

Imagínate que tienes 100 km2 de hábitat nativo; imagina que en esa superficie pueden vivir entre 10 y 14 individuos de la especie A, dependiendo sobre todo de las variaciones ambientales anuales. Imagina ahora que ese paisaje es modificado por la expansión de las actividades humanas. Terminas contemplando 50 km2 de hábitat nativo donde antes había 100, y te preguntas: ¿cuantos bichos de la especie A pueden vivir ahí ahora?

Como casi todo en ecología, depende. Y depende en buena parte de la configuración del hábitat resultante, de como de fragmentado haya quedado [III]. No funcionará igual un bloque de 50 km2, 5 parches de 10 km2, o 25 fragmentos de 2 km2. Dependerá incluso de si el cambio ha sido lo suficientemente gradual como para que la especie en cuestión se haya ajustado parcialmente al mismo, por ejemplo incrementando la tolerancia a otros individuos de la misma especie, a la cercanía de los humanos, o incorporando fuentes nuevas de alimento.

A nadie se le escapa no obstante que si en en años favorables contabas 14 individuos en 100 km2, en 50 km2 contarás menos. La pérdida de hábitat resulta perjudicial; el conservacionista se enfada (da el coñazo) y se resiste a nuevas pérdidas de hábitat. Cumple así un hermoso papel en la sociedad, logrando el consenso entre las fuerzas vivas, que se unen para insultarle.

Medidas compensatorias

Entra aquí en escena una solución habitual en los proyectos «imprescindibles»: se proyecta un desarrollo que conlleva un importante impacto ambiental. Para compensarlo proponen quitar 2 aquí, y poner 4 de lo mismo en otro sitio. Suena bien; suena moderado. Problema: rara vez es posible tal compensación, aunque sólo sea por limitaciones físicas. Más habitual es que la compensación se base en algún tipo de restauración ecológica de zonas degradadas. Es decir, pierdes hábitat aquí – porque estos 2 km2 son cruciales para el bienestar y la prosperidad –  pero se adoptan unas medidas compensatorias que reparan 4 km2 en otro sitio, para que se parezcan a los perdidos.

¿Hay trato?

En la literatura científica esas medidas compensatorias se conocen con el término más específico de biodiversity offsets, algo así como compensaciones de biodiversidad. Y una parte importante de su estudio consiste en saber si contribuyen a que no exista pérdida neta de biodiversidad (no net loss) tras el desarrollo que las invoca.

Lo primero a considerar antes de responder a la oferta de trato sería cuanta compensación hace falta para que la pérdida de hábitat local no implique pérdida neta. Y como normalmente los animales no hablan, es complicado responder. Además, somos una especie con prisa, y no suele interesar pararse a medir. Es posible que en ese momento algún portavoz humano certifique que no hay problema, que la especie o el ecosistema salen ganando. Exagero, ¿eh? Puede ser, pero todavía recuerdo bien aquella evaluación de impacto ambiental de la ampliación de una gran infraestructura extractiva: la ampliación era buena cosa, decía el autor, porque añadiría variedad al hábitat, y a una emblemática especie forestal le vendría bien ese incremento de diversidad de microhábitats. Otro ejemplo en esta entrada de hace 3 años y medio.

Y el caso es que muy pocas veces se ha cuantificado la compensación necesaria teniendo en cuenta a las poblaciones afectadas (Maron et al. 2012; pdf en abierto aquí). Será a menudo una tarea muy difícil, incluso contando con la voluntad, el tiempo y el dinero. Pero cuando se ha hecho, el resultado no es halagüeño. La rana Litoria aurea, por ejemplo, necesita compensaciones de 19 por 1 para que no exista pérdida neta, para que no haya menos individuos ocupados en su verde, batracia y amenazada existencia (Pickett et al. 2013).

Litoria aurea @ Wikipedia

Litoria aurea @ Wikipedia

Y para descubrir esa razón compensatoria 19:1 fue necesario un esfuerzo de monitoreo de 10 años.

¿Es posible estimar las compensaciones necesarias?

Si todos los organismos fueran iguales, ni tan mal; aprenderíamos todo de un puñado de estudios. Pero en ningún caso podemos interpretar ese 19:1 como una regla. Podría resultar que la rana en cuestión necesite el máximo en compensaciones en el reino animal; o el mínimo, o un valor promedio (aunque las dos últimas opciones son más probables). Es de esperar que la compensación necesaria para evitar esa pérdida neta varíe muchísimo entre especies, tipos de amenaza, y tipos de perturbación. En cualquier caso, no deberíamos aceptar medidas compensatorias desinformadas, blandas, o inespecíficas, aquellas en las que se le quita hábitat a la especie A y se compensa a las especies B y C, porque «es viable». Y hay que recordar que no toda pérdida es compensable (Quétier and Lavorel 2011; pdf en abierto aquí).

En el ejemplo anterior de la rana se estudió el tamaño de la población antes y después de la pérdida de hábitat; esa es posiblemente la aproximación ideal para saber como compensar. Es también la más difícil, y puede haber otras opciones. Una de ellas es disponer de modelos de idoneidad de hábitat para las especies de interés. Esos modelos, no exentos de problemas y críticas, sirven para evaluar numéricamente como le va una unidad de territorio de determinadas características a una especie. Y permiten estimar el efecto sobre esa especie de los cambios de hábitat.

Imagina por ejemplo que uno de tales modelos, construido para la especie A, le pone números al efecto de las carreteras sobre la presencia de la especie (ejemplo local, tipo “espejito, espejito”; pdf en abierto aquí). Y lees:

“La probabilidad de que aparezcan individuos de A disminuye 3 veces por cada km de carretera en unidades de territorio de 1 km2

Imagina que surge entonces un proyecto nuevo de infraestructura viaria (i.e., autovía) en una zona con presencia de esa especie. Puedes coger el proyecto y calcular el efecto que esos nuevos kilómetros de carretera tendrían sobre la probabilidad de presencia de esa especie, razonablemente bien conocida. Y a partir de ese mismo modelo, plantear medidas compensatorias, con números en la mano:

“Dado el efecto conocido de las carreteras sobre la especie A (y citas biblio), este proyecto implicaría una disminución X en la probabilidad de presencia de la especie en la zona (detallas tus métodos). Por tanto, para que no existan pérdidas netas derivadas del proyecto, se deben restaurar o devolver N km2 de hábitat nativo. Y si eso no es posible, el proyecto no es viable”

Persona non grata

Como en España quién contrata y paga las evaluaciones de impacto ambiental son los promotores, puede ser que te despidan y te amenacen con la cárcel, rojo, jipi, fumapajas. Y es posible que además algún ayuntamiento te declare por unanimidad persona non grata. Pero tu mantén la calma, que la ciencia está de tu lado. Claro que no siempre será así; seguro que queda gente honesta, y responsables políticos que vean más allá de las próximas elecciones.

Difícil asunto, como cualquier otro asociado con el crecimiento exponencial de la población humana. En cualquier caso, y dejando aparte la amarga ironía defensiva que rara vez quiero evitar aquí, no hay desarrollo gratis, no hay desarrollo inofensivo. Dudo de hecho que exista eso de desarrollo sostenible; quizá habría existido antes de la Revolución Industrial. Así que asumamos que pagamos un precio por alterar la naturaleza, y que tenemos el deber y el derecho de saber con precisión cuál es ese precio. O por aportar un poco de lírica, se podría usar aquello que escribió Leonard Cohen en Anthem:

«Forget your perfect offering, there is a crack in everything. That’s how the light gets in«

Y acordémonos del Principio de Precaución en conservación: culpable hasta que se demuestre inocente.

Notas y referencias

[I] Me refiero a los defensores de unas u otras ideas generales; no incluyo por tanto a quién defiende exclusivamente intereses particulares.

[II] Laurance WF 2010. Habitat destruction: death by a thousand cuts. En: Sodhi N, Ehrlich PR (eds). Conservation Biology for All. Ch 4. [http://www.conbio.org/images/content_publications/Chapter4.pdf || Consultado 2013.09.07]

[III] Bennett AF, Saunders DA 2010. Habitat fragmentation and landscape change. En: Sodhi N, Ehrlich PR (eds.) Conservation Biology for All. Ch 5. [http://www.conbio.org/images/content_publications/Chapter5.pdf || Consultado 2013.09.07]

Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

5 respuestas a ¿Qué compensan las medidas compensatorias?

  1. Juan Manuel Pérez de Ana dijo:

    Como agente forestal desde hace más de 13 años en un territorio donde no paran de hacerse grandes obras que han incluido medidas compensatorias, soy testigo de lo inútiles que son. Si se hiciera un seguimiento de los logros obtenidos tras la ejecución de las medidas compensatorias, estoy seguro de que se desmontaría la idea de que sirven para algo. Y ¿qué decir de que sean las empresas constructoras las que encarguen y paguen las evaluaciones de impacto ambiental? El resultado no puede ser otro que el que es. Dicen que el que paga, manda. Una especie de «selección natural» ha hecho que sean las consultoras más proclives a decir que sí a todo las que acaban recibiendo los encargos de evaluación ambiental. Y no me atrevo a criticarles. Otros biólogos hemos acabado como agentes forestales.

    • marioquevedo dijo:

      La propia normativa es la que conduce a esos EIA «a medida», dirigidos por los promotores, y a ese extraño mercado de trabajo asociado. Me gustaría ver, por ejemplo, una agencia nacional de evaluación ambiental, encargada de tramitar los expedientes y asignar revisores independientes (lo más posible) a los mismos. Seguramente sea una idea impensable por centralista en España. También sería más caro: el promotor no decide cuanto paga por el trabajo del evaluador.
      (gracias una vez más por aportar tus comentarios aquí)

  2. En mi opinión, si los técnicos de la administración hicieran bien su trabajo, no habría mayor problema en que el promotor contratase el estudio. La actuación de estos técnicos debería ser similar a la de los revisores de las revistas científicas, aunque me temo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.He leído decenas de estudios de impacto ambiental y su nivel suele ser muy bajo. Sin embargo, nunca he visto que se rechara alguno por su falta de calidad.
    También me parece clave el punto que comenta Juan Manuel sobre el seguimiento de las medidas compensatorias y su efectividad. Pero claro, hacer eso podría poner las cosas “patas arriba” .

    • marioquevedo dijo:

      El problema que le veo (y que he oído) a que el promotor contrate el estudio es la más que posible presión para que la evaluación sea favorable, a cambio de futuras contrataciones.
      En cualquier caso, «patas arriba» me gustaría verlo. Gracias por comentar aquí, Carlos.

  3. Pingback: (No se si podemos con) los ecolojetas del Presidente | Cantabricus

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.