Conservación, nostalgias

Por Mario Quevedo, en Cantabricus

De chaval, una chica me llamó empírico. Bastante más tarde, no tan chaval, un tipo que fue al mismo cole que Ötzi me llamó filósofo. Guardo buen recuerdo de la chica, ninguno del tipo.

El caso es que ambos usaban un recurso habitual: mostrar desacuerdo a través de calificativos supuestamente molestos para el destinatario (y en este caso, moderadamente contrapuestos). Y, al menos en retrospectiva, erraron el tiro; ninguno molesta. Intento en Cantabricus transmitir respeto por los datos y su tratamiento (cf. empirismo), pero también insisto en que la biología de la conservación se asienta sobre determinados valores o principios filosóficos [1, 2].

Es el trabajo de un filósofo de verdad lo que motiva esta entrada: el australiano Glenn Albretch. Sería este hombre algo así como un filósofo ambiental. En su trabajo sobre la conservación de los ecosistemas y el bienestar humano, encontró la necesidad de acuñar nuevos términos para poder avanzar. No me extraña: el deterioro ambiental masivo es mucho más reciente que el lenguaje; es necesario incorporar nuevos conceptos para seguir entendiéndonos.

Uno de esos términos ha alcanzado bastante fama en el mundo anglosajón: Solastalgia. La perturbación emocional que el deterioro del ecosistema causa en los habitantes de un determinado lugar [3, 4]. Ahí es nada, una palabra para describir semejante complejidad. Queda gente lista por ahí.

El proceso de creación del término está bien resumido ahí fuera, en Internet. En esta entrada me basta con destacar la diferencia con nostalgia, palabra bien conocida en español: la última se refiere a la añoranza, el dolor causado por la separación física, mientras que el nuevo término hace referencia al cambio en las condiciones, sin mediar tal separación.

Por un lado traigo esto al blog por mero disfrute de los conceptos, de las palabras. Por otro, porque entiendo que solastalgia es un sentimiento habitual entre los preocupados por la conservación de la naturaleza. Quizá también entre los que no son conscientes de preocuparse. Y creo también que el término recoge eficazmente lo que mueve a un sector de la sociedad al activismo ambiental y, por tanto, a la disensión con otros sectores.

Seguramente ayudaría tener en cuenta estas cosas en las refriegas del tan meneado conflicto, al menos antes de desenfundar una vez más esos calificativos molestos, que todos tenemos.

Sería deseable que los que toman decisiones tuvieran en cuenta el concepto de Albretch. O cuando menos su antónimo; la otra cara de la moneda solastalgia, carente de término propio pero bien presente en el dominio público: los efectos positivos de los ecosistemas bien conservados sobre la salud mental y física de las gentes que los disfrutan.

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Notas y referencias:
[1] Soulé ME. 1985. What is conservation biology? BioScience 35.
[2] Esa base subjetiva es más susceptible a interpretaciones, reinvenciones etc. Y no siempre facilita el entendimiento.
[3] Albrecht et al. 2007. Solastalgia: the distress caused by environmental change. Australasian Psychiatry 15. DOI: 10.1080/10398560701701288
[4] No conozco un equivalente en español. Y desconozco si alguna vez lo habrá; estas cosas parecen ir lentas, demasiado lentas. Personalmente no me causa problema alguno quedarme con el término original.

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Una respuesta a Conservación, nostalgias

  1. Joaquina Pato dijo:

    qué buena literatura Mario y qué familiar resulta desgraciadamente el término solastalgia

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